En el Four Seasons Tamarindo las vacaciones de Semana Santa se transforman en un viaje sensorial que invita a reconectar, descubrir y simplemente estar.Cada rincón de este paraíso está diseñado para la contemplación. Desde las suites enclavadas en los acantilados, con terrazas que parecen suspendidas sobre el océano, hasta las villas privadas que se funden con el paisaje. La luz dorada de la tarde se cuela por los ventanales y tiñe de calma cada espacio, mientras el sonido del mar se convierte en la única banda sonora.Las albercas infinitas se confunden con el horizonte. La arena suave de las playas vírgenes invita a caminar sin rumbo. No hay prisa aquí. No hay itinerarios rígidos ni listas de pendientes. Solo la invitación a habitar el presente.Un respiro profundoLa Semana Santa es un momento para renovarse, y el spa de Four Seasons Tamarindo es un portal hacia el bienestar profundo. Inspirado en la sabiduría ancestral, cada tratamiento es un tributo a la conexión entre cuerpo, mente y naturaleza. Un masaje con piedras calientes al atardecer; un baño de temazcal bajo el cielo estrellado; una sesión de yoga matutina con el murmullo de las olas como compañía. Aquí, cada respiración es un ancla al ahora.Para quienes encuentran la calma en el movimiento, el resort es un universo de experiencias. Desde explorar la reserva natural en hikes guiados hasta deslizarse en kayak por aguas cristalinas o avistar ballenas danzando en el horizonte. Cada actividad es una oportunidad para rendirse ante la inmensidad de la naturaleza.Los más curiosos pueden sumergirse en el alma gastronómica de México con clases de cocina en Rancho Lola, donde la tierra y el fogón cuentan historias a través de sus ingredientes, o dejarse sorprender por una cata de tequila bajo la luna, con el mar como testigo.Un viaje de saboresSi el alma de un destino se descubre a través de su comida, entonces Four Seasons Tamarindo es una oda a la cocina mexicana en su versión más pura y sofisticada. Aquí, cada bocado es una historia y cada plato un homenaje a los ingredientes que nacen de la tierra y el mar.En Sal, el restaurante frente al océano, los mariscos llegan del agua al plato con una frescura inigualable. Ostras, langostas, pescado del día preparado con sencillez para resaltar su esencia. Comer aquí es saborear el Pacífico en su forma más auténtica.En Coyul, la chef Elena Reygadas, reconocida como una de las grandes figuras de la gastronomía mexicana, da vida a una propuesta en la que la estacionalidad y la sustentabilidad son protagonistas. El maíz criollo, los quelites, los chiles ahumados, las frutas tropicales y los fermentos caseros se convierten en ingredientes de narrativas gastronómicas donde la tradición y la innovación coexisten. Platos que sorprenden, pero que al mismo tiempo evocan la calidez del hogar.Los desayunos en Nacho son un ritual en sí mismos: jugos frescos, café de especialidad, pan recién horneado y tortillas hechas a mano que sirven de base para chilaquiles, huevos al gusto o tacos mañaneros.Y para quienes buscan una experiencia más personalizada, Four Seasons Tamarindo ofrece cenas privadas diseñadas a medida. Un picnic en la playa con manteles de lino y vino espumoso, una parrillada bajo el cielo estrellado, una cena a la luz de las velas en un rincón escondido del resort. Aquí, el lujo se mide en momentos, en detalles, en la posibilidad de disfrutar cada instante sin prisa.Vivir sin prisa, recordar para siempreUn espacio en donde el tiempo se estira y se vuelve maleable. Cada atardecer es un cuadro irrepetible. Cada noche, una invitación a la introspección. El hospedarte aquí no es solo una pausa en la rutina; es un regreso a lo esencial, a la belleza sin artificios, al arte de viajar sin prisa.Para más información visita Four Seasons TamarindoIG. @fstamarindoevt