DOMINGA.– El país nunca deja de sorprendernos. Entre historias de viejos gladiadores que pelean en cementerios de autos y la zona gris que quedó tras la “captura” del MayoZambada, encontramos que la realidad se teje con matices tan diversos como los ladrillos de cartón de un edificio en construcción.Con esta edición celebramos un año de publicar DOMINGA, la revista digital de periodismo narrativo de Multimedios.Por un lado, tenemos a Romano García, el héroe sin gloria que desafía las convenciones. De día, atiende una farmacia que cura dolores, y de noche, se transforma en Mr. Cóndor, lanzándose desde lo alto de un camión de basura para castigar a su rival. Su historia, contada por Santiago Chaparro Lozada, revela un universo donde la violencia y la supervivencia se mezclan con la pasión y la lucha personal. Es un recordatorio de que, en las sombras, todos llevan un título no oficial, y el ring puede ser cualquier rincón de la ciudad.“El Rey sin Corona” es el primer documental de DOMINGA, porque la narrativa no sólo se lee, también se ve, se siente, se huele.Mientras tanto, en Sinaloa, la guerra entre narcos ha dejado más que huellas en las calles: ha roto el pacto de silencio. Más de 300 días de balaceras, desapariciones y toques de queda no oficiales muestran que los territorios se disputan con armas y miedo. La paz, si alguna vez existió, se convirtió en una ilusión que sólo guarda lugar en los relatos de los que todavía luchan por entender qué quedó de aquella falsa tranquilidad.Y en un rayo de luz, la gentrificación en Monterrey, con depas que parecen sacadas de la serie ‘Friends’, nos habla de un fenómeno que va más allá de las construcciones: del deseo de modernidad y de cómo las paredes de cartón se rentan en Airbnb, un reflejo de esa ilusión de progreso que todavía tiene mucho por demostrar. Es una revolución de bolsillo que, más que un cambio, parece un experimento social.En estas páginas digitales, el país y sus personajes nos invitan a mirar con ojo crítico, a entender que debajo de cada historia hay un pulso, un cambio, una verdad que vale la pena explorar. Porque, después de todo, en el caos también hay narrativas que merecen ser narradas.Acá estamos convencidos de que no hay que llegar primero, sino hay que saber contar.