Chucho Rincón quiso ser actor, quiso ser cantante e intentó ambas facetas; la vida le destinó el éxito a gran escala en el terreno de la dirección y producción musical, donde hizo historia, misma que le será reconocida con el Premio especial que le entregará la Academia Latina de la Grabación este domingo 10 de noviembre.El michoacano, radicado en Madrid, desde donde atiende la entrevista de MILENIO, apenas escuchó a figuras de la música como Chico Che, Joan Sebastián y Los Socios del Ritmo, entre muchos más, y supo que tenía enfrente a quienes se convertirían en grandes figuras de la música.La forma para descubrir a esos talentos, para él fue fácil: “Me latía, porque cuando los oía me emocionaba; si alguien te causa emoción no es gratis”, dice el originario de Apatzingan.En la charla, comparte que fue la experiencia y el tiempo los que lo llevaron a convertirse en un gran productor y director musical; pues destaca que nunca fue a la escuela.“Yo diría que todo fue por el cúmulo de conocimiento que fui adquiriendo; no fui a escuela a estudiar música porque en ese tiempo no había, la vida me enseñó la música. En mi pueblo quise ser cantante, y en el internado, cuando iba en la secundaria, había un chico que tenía guitarra y aprendí solo; después formé un trío y cantaba”.Sus ganas de triunfar lo llevaron a la capital del país, donde se probó como actor.“Entre a actuar con Fernando Soler, y trabajé con el trío Los Aguilillas, que trabajaban con Pedro Infante y Jorge Negrete en las películas; era como un entrenamiento para conocer los géneros mexicanos y regionales. Después me lancé de solista”.También trabajó con José Alfredo Jiménez, “con el trío que lo acompañaba”; el camino lo llevó a Orfeón, una de las principales disqueras de esos tiempos.“Un día entré a Orfeón y cuando iba a grabar y de visita, entré al estudio y había un artista, El Charro Avitia, estaba cantando una canción “Serenata Huaxteca”, de José Alfredo, pero no se cuadraba; empezó a renegar y el director ya no sabía qué hacer. Yo me atreví a decirle que si me permitía dirigirle la voz. Me paré frente a él y le dije: ‘Sigue mi mano’. Le di indicaciones y a la primera grabamos toda la voz; el director artístico no lo podía creer”.Ese fue el inicio de la trayectoria que será reconocida y que el propio Chucho ni siquiera conocía: “Yo no sabía que podía hacer eso”.Con el tiempo aprendió a desarrollar sus aptitudes y a descubrir talentos; y así puso a cantar a Chico Che, quien en el inicio de su carrera “solo era tecladista de Los Bárbaros.“Ni él creía que podía cantar, cuando le dije que lo hiciera, me respondió: ‘¿Cómo con esta voz?’”.A través del teléfono se percibe la emoción que le causa compartir otro de sus grandes éxitos.“Ya estando en la dirección artística en Capitol, un chico me abordó y me dijo: ‘Quiero ver si me oyes, soy cantante y compositor’. Le dije: ‘Vente el lunes’, pero se agüitó, y me dijo: ‘Yo no vivo aquí, vivo en Oaxtepec’, y que seguro el lunes no lo atendería. Le escuché una canción y dije: ‘Qué bien compone este chavito’, me cantó cinco canciones y todas me gustaron; me lo llevé al estudio, le dije que grabara y que el martes regresará a firmar. Pensé si así de jovencito compone ahorita, como lo hará con los años”.Antes de que el tiempo de la entrevista terminara, Chucho se dio tiempo de citar otro de sus grandes orgullos.“También tuve el gusto de trabajar con el grupo que considero es el mejor que ha habido en México, Los socios del ritmo. Los fui a oír a donde ensayaban en Insurgentes sur, los lleve al estudio y los presenté a la junta de ejecutivos; cantaron dos o tres canciones y fuimos a la votación en el estudio: fue negativa, no los aceptaron. Yo acababa de entrar a Capitol y les dije que no podía ser que los rechazamos. Mi jefe me dijo: ‘No entran’. Insistí y el presidente dijo: ‘A ver, Chucho, ¿crees que va a funcionar?’. Le dije que sí. Y autorizó la grabación, y entonces vinieron las ventas millonarias de discos”, dice con emoción.Esa sensación que lo acompaña desde que Manuel Abud, el CEO de la Academia Latina de la Grabación, le comunicó que sería reconocido con el Premio especial que otorga el Consejo Directivo de la institución.“Mi hijo Fabián me dijo que teníamos un desayuno con Manuel en Málaga, nos trasladamos con muchos problemas porque el avión demoraba, y finalmente llegamos a comer; ahí Manuel me dio la noticia, que francamente jamás imaginé”.